Es
un animal de gran talla que se usó durante siglos como guardián de
rebaños en el sistema trashumante aragonés. Luego de la Guerra Civil
española estuvo a punto de extinguirse, mestizándose en muchos casos y
disminuyendo su número en manera casi definitiva para su propia
supervivencia como raza pura. Afortunadamente, a mediados de los años
setenta, un reducido grupo de criadores iniciaron la ardua tarea de
recuperar al moloso aragonés a partir de los ejemplares localizados en
el campo. Con la fundación, en el año 1977, del Club del Mastín del
Pirineo de España, se sientan las bases para que la raza inicie el
camino de su recuperación.
Es un perro fuerte, simétrico, de buena presencia, imponente y
elegante. Tiene cabeza grande, hocico largo, trufa negra; dientes
caninos muy afilados; ojos pequeños y oscuros; orejas caídas y
terminando en punta; cola con penacho y llevada baja. Su pelo es denso,
espeso, duro y no excesivamente largo. Colores: blanco, con dos manchas
doradas o grises en los laterales de la cabeza y al principio del
cuello; pueden tener también manchas en la parte posterior del cuerpo.
El color blanco y negro es menos apreciado. A pesar de su peso, el Mastín
de los Pirineos tiene un andar tan ligero que sus pies apenas dejan señales
de su paso en el campo.
Es un perro que se adapta a todos los trabajos: guardián, cazador,
defensor, acarreador de carritos; pero especialmente es un excelente
pastor, preciso, severo, resistente a los fríos del invierno y capaz de
batirse en igualdad de condiciones contra el lobo.
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